Una aventura más allá del Camino Inca
Si alguna vez soñaste con caminar por un sendero inca sin multitudes, con la sensación de estar descubriendo lo que pocos han visto, el tramo Vitcos–Choquequirao es tu camino. No es un trekking sencillo: son entre 7 y 9 días cruzando montañas de 4.600 m, bajando a cañones profundos y subiendo de nuevo por escalones infinitos. Pero cada paso está cargado de historia, misterio y paisajes que quitan el aliento.
Aquí caminarás donde Manco Inca y Titu Cusi resistieron a los españoles; dormirás junto a ríos que descienden hacia la selva; y llegarás finalmente a Choquequirao, la “hermana sagrada” de Machu Picchu que todavía se protege bajo el silencio de la montaña.
Comienzas en Vitcos (Rosaspata), la residencia de la nobleza inca y sede del Estado Neo-Inca (1537–1572). Aquí se refugiaron los incas tras la caída del Cusco, y muy cerca está el santuario de Ñusta Hisp’ana (Yurac Rumi), una roca blanca tallada donde se realizaban rituales sagrados. Las crónicas cuentan que frailes coloniales intentaron destruirlo con fuego en el siglo XVI… y las marcas aún se ven.
A lo largo del camino sigues huellas de caminos incas originales, escalones cubiertos de musgo, terrazas que aún drenan agua, y bosques donde el gallito de las rocas canta al amanecer.
Tras varios días, coronas el último ascenso y aparece Choquequirao, una ciudad inca en una meseta a 3.050 m, colgada sobre el abismo del río Apurímac. A diferencia de Machu Picchu, aquí no hay trenes ni buses: solo llegan los que caminan.
Es, literalmente, un viaje en el tiempo.
Cada campamento no solo es un lugar para dormir, también es un capítulo de historia viva.
Tras la caída del Cusco, Manco Inca estableció aquí su capital. Desde Vitcos dirigió la resistencia hasta ser asesinado en 1544. Su hijo, Titu Cusi, continuó el gobierno, manteniendo vivas las ceremonias en Ñusta Hisp’ana.
El “Yurac Rumi” era considerado una Casa del Sol. Imagina a sacerdotes y nobles reunidos frente a la roca blanca, ofrendando coca y chicha, mientras alrededor el bosque respiraba niebla y cantaban los pájaros.
Por mucho tiempo se creyó que Choquequirao o Machu Picchu eran la última capital de los incas. Hoy sabemos que fue Espíritu Pampa (Vilcabamba), más selva adentro, pero esta ruta es parte del corredor real que unía todos esos centros.
(ojo: cada viajero o agencia adapta según clima y ritmo, pero aquí tienes una idea de lo que vivirás)
Cusco – Huancacalle (2.950 m) → visita a Vitcos y Ñusta Hisp’ana. Primera dosis de historia.
Huancacalle – Abra alto (4.200–4.600 m) → exigente subida, entre ichu y vistas de la cordillera.
Descenso a valle nublado → transición al bosque de neblina, sonidos de aves y humedad en el aire.
Bosque montano – antiguo camino inca → campamento rodeado de orquídeas.
Aproximación al cañón del Apurímac → noche en la puna, bajo un cielo lleno de estrellas.
Descenso brutal al Apurímac (1.500–1.800 m) → calor intenso y luego subida exigente.
Ascenso final a Choquequirao (3.050 m) → entrada triunfal a la ciudad sagrada.
Día completo en Choquequirao → terrazas, templos y la famosa terraza de las llamas.
Salida por Cachora o Huanipaca → regreso al “mundo moderno”.
Aquí sentirás en carne propia la transición de ecosistemas:
Desde la puna fría, con ichu dorado y vizcachas saltando.
Hasta los bosques de neblina, con orquídeas, musgos y colibríes.
Y al bajar al Apurímac, el clima cambia drásticamente: calor sofocante, cactus y vegetación seca.
Todo en cuestión de horas de caminata.
La roca blanca de Ñusta Hisp’ana fue incendiada por frailes en el siglo XVI; todavía se ven sus manchas negras.
Hiram Bingham identificó Vitcos en 1911 y siguió este mismo camino buscando Vilcabamba.
Choquequirao es considerada la “ciudad hermana” de Machu Picchu, pero recibe apenas un puñado de visitantes diarios.
Técnicamente sí, pero solo recomendable para montañistas experimentados. Lo ideal: guía + arrieros locales.
Sí, pero siempre purifícala. Lleva filtro y pastillas.
Junio–agosto por el clima seco. Mayo y septiembre combinan estabilidad con paisajes más verdes.
El trekking Vitcos–Choquequirao no es solo una caminata: es un puente entre dos mundos. Empiezas con la historia de resistencia en Vitcos, cruzas montañas que parecen no terminar, y terminas en Choquequirao, una ciudad que aún guarda el misterio de los incas.
Es exigente, sí. Pero pocas experiencias en los Andes logran esta mezcla de paisaje, cultura y épica.
Si buscas algo más que un simple trekking… este es el camino.
Buscar